Cuerpos desgastados, cuerpos descartados, cuerpos abandonados… Esto es la basura. En su libro póstumo Echar a perder. Un análisis del deterioro el urbanista estadounidense Kevin Lynch (1918-1984) hace un interesante análisis sobre la decadencia y el deterioro en las ciudades modernas, su relación con la vida y el crecimiento de éstas y cómo el ser humano, creador y multiplicador de desechos, debe aprender a gestionarlos y a limitar el derroche para evitar que la basura afecte su salud, su confort, su subsistencia y el medio en que vive.
Dice Kevin Lynch: “Nuestro malestar con la degradación es tanto un producto de nuestras mentes como el resultado de peligros objetivos en su proceso… La jerga de la contaminación es muy rica, lo cual es un indicador de nuestro énfasis inconsciente… El pensamiento de la contaminación está extendido en las culturas humanas. Lo impuro puede ser material o simbólico… El acuerdo social acerca de lo que es impuro no sólo nos avisa de lo que es biológicamente peligroso, sino que nos ayuda a pautar el mundo… La basura en casa produce más consternación que en la calle, más en un arroyo que en el campo, más en una iglesia que en un garaje, y más en la mesa que en el suelo”.
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