© Vilma Santillán (fotografía)
“Tenía mis manos entre las suyas y la cara muy cerca de la mía.Sus ojos son grandes, verdes y muy hermosos, con pintas doradas alrededor del iris. Recuerdo que pensé que los ojos no tienen edad, que te mueres con los ojos del niño, con los ojos que un día se abrieron al mundo y del que ya no han despegado. La anciana me sacudió un poco y me repitió la pregunta”.
(Philippe Claudel, en El informe de Brodeck)
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