Se sabe desde hace varias décadas que el cuerpo humano habla. Y no me refiero a la emisión de la voz ni a los dolores y otras señales que a diario nos envía. En esta oportunidad me refiero al lenguaje corporal, la postura y los gestos de una persona, lenguaje que investigadores, comunicadores sociales, psicólogos y otros especialistas vienen investigando desde hace tiempo. Entre los últimos estudios publicados al respecto, uno de la Universidad de Ohio, EE.UU., dirigido por el profesor Richard Petty, ha comprobado que la postura corporal de un individuo además de reflejar su estado de ánimo o de salud (hecho ya conocido anteriormente) es percibido por quienes lo tratan y, también, influye en la idea que esa persona tiene de sí misma. Es decir, el adoptar una postura física determinada conlleva la adopción de una postura emocional similar.
Importa destacar que, en términos comunicacionales, las palabras abarcan el 7% de la comunicación efectiva; el visual (incluido el lenguaje corporal además del contacto visual con las personas), un 55%; y el auditivo el 38% restante (volumen de voz, velocidad del habla, tono). Por lo tanto, es fundamental tener en cuenta que nuestro cuerpo “habla” antes de que nosotros abramos la boca.
A tener en cuenta esto no sólo en una primera cita o en una entrevista laboral, sino en todas las relaciones que entablemos a lo largo de nuestra vida. Aquello que pensamos y no nos animamos a decir-oralmente-puede ser transmitido corporalmente y captado por los demás.
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