© Adolfo Chouhy (h) (entrevista)
Mauricio Rinaldi nació en Tucumán, Argentina, en
el año 1963. Es Profesor y Licenciado en Filosofía (UBA) y Magister en
Sociología de la Cultura (UNSAM). Es un referente en América Latina y Europa
del diseño de iluminación escénica, principalmente de ópera y ballet. Su vida
transcurre entre bambalinas teatrales y detrás de consolas de
iluminación, alternando con la enseñanza universitaria, el diseño lumínico y la
escritura de artículos y libros de su especialidad.
Mauricio es hoy invitado a
nuestro blog y nos muestra su pensamiento, y muy especialmente nos
responde… dónde quedan los cuerpos.
¿En qué momento te cayó la ficha del
ser artista? ¿Te cayó la ficha? ¿Cómo fue?
En primer lugar, no sé si lo que hago
es propiamente arte (tal vez sí, pero dentro de determinadas condiciones), pero
es innegable que tiene valor estético-expresivo. Desde chico tuve ya curiosidad
por la iluminación teatral, y mi paso por la escuela industrial en el secundario
me dio herramientas para comprender los aspectos tecnológicos de la luz. Ya
antes de ingresar al secundario jugaba con una maqueta de escenario que tenía
un elemental sistema de luces que me había hecho mi padre. Luego, en la
universidad, la filosofía me permitió comprender (y, diría, hasta formular o
descubrir) los fundamentos estéticos de la luz. De modo que esa primera
atracción por la técnica se fue orientando cada más hacia lo expresivo. A pesar
de que trabajo en teatro desde hace muchos años, empecé a reflexionar
sistemáticamente sobre la posibilidad de tratar la luz como materia estética
hace algo más de quince años.
¿Cuál es el propósito de tu vida? Tus
por qué, tus para qué.
Uno de los objetivos que tengo es
mejorar personalmente en todos los aspectos que pueda. El hecho de haber
seguido una carrera y un posgrado con el esfuerzo y el tiempo que implica es
parte de ello.
¿Cuáles son tus ideales? ¿Por qué
cosas/personas luchás o lucharías?
Algo que seguro suena trillado, pero
que creo todos queremos: un mundo mejor. El problema es cómo conseguirlo o qué
piensa cada uno que es un mundo mejor. Trato de ser realista y sé que no
podemos terminar con las guerras o el hambre de un día para otro, pero sí creo
que lo que podamos hacer a nivel individual dentro de nuestro círculo de acción
cotidiana hace que el mundo sea como es. Por ello, aún con pequeñas cosas que
hacemos con o para los demás podemos mejorar las situaciones que creemos que lo
necesitan.
¿Qué es el arte para vos? ¿Qué es la
iluminación escénica? ¿Qué es específicamente TU arte? Si podés… definilo.
Vayamos por partes. Creo que el arte
es la posibilidad que tiene el ser humano para expresar libremente su manera de
ver el mundo; y esta posibilidad se manifiesta en las marcas que un individuo
deja sobre un material para darle una determinada configuración. El arte sería,
entonces, la libre manipulación de una material que logra un objeto o mundo con
autonomía expresiva. Sin embargo, con esto que digo corro el riesgo de ser
demasiado esquemático. Hoy no se sabe exactamente qué es arte y son pocos los
que tienen la honestidad de decirlo.
Por otra parte, la iluminación
escénica es la iluminación que se propone para un espectáculo. En este sentido,
el iluminador debe trabajar atendiendo a los requerimientos del director y del
escenógrafo. El teatro es un arte; sin embargo, el iluminador (al igual que el
escenógrafo) debe trabajar condicionado por la obra que debe iluminar (su
texto), por las idas del director, por la escenografía, todo lo cual lleva a
preguntarme qué margen de libertad expresiva me queda cuando ilumino teatro. Es
extraño, pero se trata de una situación ambigua: hago lo que quiero con la luz,
pero guiado por un contexto que me condiciona. De esta manera, mi arte es una
contribución a un hecho mayor: el espectáculo mismo. Todos contribuimos a esto,
incluso el director. Por ello, el teatro nos plantea la pregunta sobre la
posibilidad de una creación colectiva.
Por otra parte, hace ya un tiempo
vengo pensando en trabajar con la luz de manera más autónoma creando obras o
situaciones en las que la luz sea lo primordial. Cero esto puede llamarse
luminoplastia, es decir, una plástica a partir de la luz. Ya he desarrollado
algunas ideas en un proyecto de investigación que dirigí en la universidad hace
dos años, y ahora estoy elaborando otras ideas en la misma línea pero con otro
enfoque. Por ahora son sólo bocetos, pero espero concretar algunos de ellos
este mismo año.
¿A dónde te irías de viaje? Un lugar
soñado o imaginado. ¿A dónde no te irías jamás de viaje? Un lugar que detestes
o te asuste tanto como para no ir jamás.
Hace unos años tuve la oportunidad de
viajar a Japón por un congreso. Estuve una semana en Kioto y pude visitar algo
de Nara. Siempre me quedó la idea de volver con más tiempo y libertad para
conocer mejor ese país. A veces uno idealiza demasiado, y es lo que me pasa con
Japón. Sé que no es un paraíso (no los hay en la tierra; por eso es tierra y no
paraíso) pero lo veo como algo soñado.
Por otro lado, no puedo decir exactamente
a dónde no iría. No me gustaría viajar a un lugar en el cual no se respeten las
libertades individuales ni los derechos de expresión.
¿Cuál es tu comida favorita? ¿Y tu
bebida?
Me gustan mucho las pastas y la comida
china. Suelo comer acompañado de agua. Cada tanto, me gusta una coca cola. Y aunque
es una infusión, no deja de ser bebida: me gusta el té.
Algo que jamás comerías y tomarías.
Creo nunca comería insectos en ninguna
forma de preparación. No tomo alcohol porque no me gusta.
¿Creés que existen vínculos entre el
arte y la religión, o ente el arte y la filosofía, o entre el arte y la
política? Si los hay, a tu criterio, cuáles serían.
Por supuesto. Una obra de arte puede
tener relaciones con todos estos aspectos o sólo con alguno de ellos. La
relación que el arte puede tener con la religión es algo que tal voz hoy no sea
frecuente de ver (quizá porque no haya demasiados artistas religiosos), pero es
pensable el arte como una forma de manifestar una realidad superior que no
podemos expresar mediante conceptos o palabras. La relación entre arte y
filosofía me parece más evidente y frecuente en la actualidad; de hecho, el
arte conceptual es un arte que podríamos llamar “filosófico”, ya que intenta
mostrarnos una idea si importar la técnica ni el acabado de la obra. Respecto
de la política, debemos distinguir entre los artistas que producen arte como
respuesta ante el poder (ya sea para apoyarlo o para cuestionarlo), y la
manipulación que se hace del arte en el montaje de campañas o propagandas para
transmitir un contenido estetizado. En esto último, me da la impresión de que
contenido y estetización son inversamente proporcionales, es decir, cuando un
político o partido no tienen mucho que decir, apelan al armado de una imagen;
y, lamentablemente, esto parece funcionar en las campañas.
¿Qué lugar ocupa el arte en tu vida?
No me imagino la vida sin arte. Tengo
la buena suerte de trabajar en lo que me gusta, y eso es dentro del teatro
(aunque muchas veces lo que ocurre en mi ámbito no tiene nada que ver con el
arte), pero aún así, siento el deseo de ver una muestra de cuadros o
fotografías, de ir a un concierto, o, simplemente, hojear un libro y escuchar
música en casa. Si tuviera que cambiar de trabajo y pasar otro ámbito sin
relación con el arte, estoy seguro de que seguiría asistiendo a espectáculos y
exposiciones, y tal vez con mayor frecuencia.
¿Y en la Sociedad ?
Creo que no se puede estar en el mundo
yendo de casa al trabajo y del trabajo a casa; en algún momento todos tenemos
necesidad de contactar con un objeto que nos brinde una experiencia más allá de
lo práctico, y no hay contradicción entre este “más allá de lo práctico” y la
necesidad práctica cotidiana, ya que parte de esta necesidad cotidiana es el
bienestar de nuestro espíritu, aunque suene anticuado o no se lo quiera
admitir. El arte no es una cuestión exclusiva de aquellos que tienen la suerte
de dedicarle algún tiempo (ya sea produciéndolo o consumiéndolo); aún en los
sectores marginales de la sociedad se escucha música; incluso el más pobre
obrero busca la manera de hojear una revista o escuchar un tango o algo de
folclore. Cassirer no se equivocó al definirnos como animal simbólico; nuestro
contacto con la realidad física está siempre mediado por el sistema simbólico,
que, al final de cuentas, es la cultura. En este sentido, el arte es una
instancia privilegiada (o, al menos, de gran fuerza) por medio de la cual la
sociedad puede ser tal. El arte tendría así un objetivo pedagógico: ayudarnos a
comprender el mundo. Desarrollando nuestra capacidad de analizar las cosas, el
arte nos permite saber cuándo una campaña política nos comunica algo valioso o
es sólo manipulación clientelar, o poder evaluar otras propuestas sobre lo que
puede ser la sociedad, etc.
¿Cuál es hoy tu principal motivación?
No sé si puedo esperar algo
profesionalmente valioso de mi trabajo como técnico de iluminación en el Colón.
Pero tengo muchas satisfacciones con la docencia y la investigación, tanto en
lo referido a la iluminación como en lo que respecta a la producción de ópera.
¿Qué pensás de los colectivos de
artistas? ¿y de los galeristas, curadores, editores, productores, etc?
Así como el concepto de tendencia hoy
reemplaza al de estilo, creo que los colectivos son una forma de manifestación
de lo que en la tradición fueron las escuelas o en las vanguardias los
movimientos. Sin embargo, no tengo opinión formada sobre este fenómeno, pero creo
que tiene algunos rasgos positivos. Un grupo puede sumar esfuerzos para mostrar
el trabajo de sus individuos en una sociedad que obliga cada vez más a los
artistas a someterse a las reglas del mercado o al juego de la publicidad. También
es importante considerar que en un colectivo un artista toma contacto con otros
artistas de un modo más comprometido, o, al menos, más frecuente, lo cual
debería permitirle elaborar mejores obras al poder comparar y evaluar su propio
trabajo.
Por otra parte, hoy se puede ser un
gran artista, pero si no se tiene el apoyo necesario, nadie lo valorará. Los
galeristas son responsables por la difusión que puede llegar a tener un
artista, y sus criterios de selección cuando deciden exponer a un artista
pueden condicionar su carrera. Igual responsabilidad les cabe a los editores
cuando deciden publicar una novela (en el caso de la literatura) o hacer
crítica y análisis (en el caso de las revistas especializadas). Si yo me corto
un dedo al abrir una lata de atún para cenar y decido guardar esa lata con la
etiqueta manchada con la idea de exponerla en una sala del MALBA con el título
de “Sangre nocturna”, seguramente no seré recibido por el museo; pero si Art Forum hace un comentario sobre este
envase metálico que debería terminar en la basura, probablemente pueda
exponerla en el MOMA, lo que, a su vez, podría generar una invitación para su posterior
subasta en Christie’s. Imagínense: un accidente doméstico me haría ganar
algunos miles de dólares y mucha fama (con la promisoria perspectiva de vender
más latas de atún ensangrentadas).
Con esto que digo quiero dejar en
claro lo que opino de este mundo artístico: creo que muchas veces (quizá con demasiada frecuencia) se promueve
como arte cualquier cosa y no existe la valentía de decirlo por parte de
quienes se supone que tienen la capacidad para hacerlo. O tal vez, se trata de
algo que vende bien, producto del marketing. En cualquier caso, no estamos ya
dentro del mundo del arte.
Nombranos algunos de tus artistas favoritos
En la pintura, los maestros
claroscuristas como Caravaggio. También los impresionistas, especialmente
Renoor y nuestra versión argentina: Fader. En música, los generalmente llamados
clásicos, pero creo que Bach es el máximo desarrollo de la música occidental; a
partir de él comienza, primero lentamente y más rápido después, la decadencia
de la música occidental.
Y por último… ¿Dónde quedan los
cuerpos?
Depende. En las marcas que los
artistas dejan en sus obras. En el mercado que los incluye para excluirlos. En el
poder que los convoca para manipularlos. En la cultura que los une y los
separa.
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