Arturo en Londres
Medalla del Maratón de Londres 2014
Arturo
es un buen amigo mexicano al que conocí durante un viaje por el Peloponeso en
noviembre de 2011. Le resta tiempo a sus obligaciones laborales y profesionales
para dedicarse a dos grandes pasiones: la pintura y correr maratones.
Justamente yo lo conocí en Grecia cuando él acababa de participar en el maratón
de Atenas de aquel año.
Hoy
Arturo es invitado a nuestro blog y nos relata en primera persona su participación
en el último maratón que corrió hace pocos días en Londres…ciudad en la que quedan
sentimientos y también los cuerpos.
“Es
la misma escena que ha marcado mis últimos trece años, parado entre una multitud esperando se dé inicio a las hostilidades
que traen consigo un maratón, con la mirada en el piso, el reloj, sintiendo y
oliendo los nervios de los que me rodean, preguntándome los por qué yo estoy
ahí de nuevo, en una especie de limbo donde uno sólo se cuestiona pero en
silencio y por igual uno se responde en silencio ante diferentes lenguas,
diferentes formas de sentir, el mismo entusiasmo y la misma incertidumbre,
cuando el reloj sólo espera unos cuantos minutos y repasas en pocos segundos
todo lo que hiciste para llegar a ese momento.
Despega
el vuelo de Britsh Airways rumbo a Londres, duermo poco en el viaje por leer y
ver películas, en ese inter veo la película de “Rush”, interesante y conmovedor
relato de la lucha y rivalidad encarnizadas por los pilotos de Fórmula 1 James Hunt y Niki Lauda en la década
de los setenta, me motiva esta historia, una rivalidad, un accidente
catastrófico para Lauda, su obstinación y regreso para volver a ser campeón del
mundo dos veces más, pienso que no puedo tener miedo ni rendirme, valoro haber encontrado
esta película.
Es enero,
el plan ya está hecho, desde julio del año pasado comienzo a ver los detalles
de mi participación en el Maratón de Londres, parecía cuestión de tiempo, una
buena preparación para llegar pleno, tengo idea de participar en el inter en
otros eventos, tal vez Guadalajara o Zacatecas, toca la ida al Medio Maratón de
Veracruz donde tengo un desempeño prometedor, pero algo me inquieta, un
pellizco en un ligamento de la rodilla izquierda que no parecía ser algo
complejo, la felicidad se va al piso como a veces suele girar la rueda de la
vida en las siguientes semanas y lo que prometía ser el inicio de algo
importante termina convirtiéndose en una situación de desesperación, coraje e
impotencia, debo parar y comenzar prácticamente de cero con el tiempo en
contra.
Mi
llegada al Aeropuerto de Heathrow se da en un jueves por la tarde, no tengo
problemas para pasar migración, un oficial de turbante es el que me interroga,
me sella mi pasaporte y llego luego de recoger maletas al punto de reunión con
los otros integrantes del grupo, nos llevan al hotel, horas más tarde vamos a
la Expo donde nos entregan los números, un ambiente diferente, otra cultura,
hace frío en el foro ExCel, impresiona que pese a la cantidad de gente que
participará no se nota desorden o filas, la Expo alberga un sinfín de marcas
deportivas, kioskos con todo tipo de productos para el corredor, de pronto
extraño a mis amigos corredores de México y recuerdo entre risas internas las
situaciones chuscas que vivimos en los viajes.
Febrero
comenzaba y los avances se iban dando paulatinamente, ya no tenía la
inflamación tan marcada pero aún no tenía la fuerza necesaria para poder
realizar un entrenamiento completo, no quería pensar qué podría suceder, a la
par en mi vida suceden otras situaciones incómodas, todo parece desmoronarse,
es un sinsentido, ¿Un maratón?, tal vez un sueño impensable, prefiero no pensar
y enfocarme en sanar.
El
ambiente en Londres se nota festivo, me recordó cuando llegamos a Mazatlán y
los corredores andan en el Malecó los días previos a la carrera, aquí por todas
las calles se ven corredores, tal vez entrenando y afinando detalles de su
última preparación, siento tensión, por mi cabeza pasa que tengo poco tiempo
antes para turistear y comienza esa guerra interna porque caminar tanto para
visitar museos y atracciones me deja muy cansado el viernes, psicológicamente
el miedo puede doblarte, hacer que surjan dolores de la nada, tensiones que
debo dejar ir y no pensar para poder visualizar lo que quiero lograr, así pasan
viernes y sábado en que tengo una cena con otros corredores, me toca departir
con un grupo proveniente de Lisboa, Portugal. Cada quien cuenta sus
experiencias y vivencias, les sorprende que correré mi vigésimo maratón, es la
noche previa en que los nervios afloran y se duerme poco, comienza esa espiral
que da inicio por la madrugada y termina hasta que se cruza la meta.
Llega
Marzo y la mejoría con él, tengo que recuperar el tiempo perdido, sé que no me
alcanzará para hacer un buen tiempo pero al menos sí terminar, es duro, pesado,
se van las fuerzas y el cuerpo lo nota y lo sabe, regreso al Bosque de Tlalpan
en donde al menos vivo unas cuatro semanas de pesado entrenamiento, es un viaje
a mi pasado glorioso y un regreso al presente que me da fuerzas, días soleados
y lluviosos a la vez, la ilusión en pie, el miedo y la duda, el tiempo es
inconmovible y aplasta, falta poco para marcharse.
Ya
es domingo, llega el día esperado, confieso que si dormí una hora fue mucho,
sólo di vueltas en la cama, a las 6:40 am debemos estar en el lobby del hotel
para que nos lleven al punto de partida, los corredores abordamos el autobús en
un mosaico multinacional, ahí comienzo mi plática con otros corredores
mexicanos, una pareja proveniente de Saltillo y otra señora corredora, Cristina,
que viene de Cuautitlán Izcalli del Estado de México, con ella comienza mi
plática, me cuenta viene acompañada de su hija, me confía un relato conmovedor
de una de sus mejores amigas corredoras que entregó su vida al deporte y la
salud y que cómo es de traicionera la vida, sucumbió ante un terrible cáncer de
cerebro, ahora ella marcha a todos los destinos que ha corrido con una bolsita
donde lleva las cenizas de su amiga y las riega en los lugares que conquista,
no me queda más que conmoverme y
agradecer por ser un corredor y pertenecer a ese grupo de invencibles
guerreros.
El
autobús nos lleva a la zona de salida, se escucha bullicio, ánimo de parte de
todos los que vamos a participar, nos llevan a las afueras de Londres en
Greenwich Park, un lugar en la campiña de verde eterno, hermoso y húmedo donde
nos esperan carpas de masajes, hidratación, bebidas isotónicas, café, baños,
una organización impecable que hace que 2 horas se nos vayan rápido, todo es una
fiesta, fotos, pláticas con corredores de otros lares, aquí no hay banderas,
todos somos uno.
Habrá
tres salidas, organizadas entre diferentes números y corredores elites, será
hasta el Km 5 donde se junten todas las vías, aquí el protocolo es diferente a
los otros maratones que he corrido, sin templetes, sin aspavientos de políticos
ávidos de ser reconocidos, sin símbolos de exacerbado y enfermizo nacionalismo,
sin ese absurdo que disfraza un maratón de campaña política para los partidos en
el poder.
Se
da la señal de inicio y toca la música del sonido ambiental, parece un
concierto de rock o una fiesta, mucha alegría que se contagia en una mañana
totalmente soleada, se da la salida que
tomamos entre las ansias y las ganas de orinar, los corredores que ante los
inminentes nervios se hacen a un lado para vaciarse, así comienzo mi carrera y
despierto del letargo y el sueño, del miedo, de todo lo que me apresuró durante
meses y que ya era hora de sacar fuera, doy los primeros pasos, vacilantes, con
el nervio un poco de miedo, luego me dejo llevar los primeros 5 kms por el
entusiasmo que me grita que ya estoy aquí, ya estoy en el momento y lugar
esperados, ya sólo es dejarse llevar y disfrutar entre la multitud de colores,
banderas y rostros, ese milagroso hecho que tiene el maratón que contagia las
ganas de salir a devorarse las calles.
Londres
es una ciudad con mucha vida, es un estadio prácticamente en todos los puntos
que se recorren, todos muy emblemáticos a través del serpenteante Río Tamesis, un
mosaico multicultural que deja ver los diferentes sitios que separan al City of London del City of Westminster, losedificios
Victorianos antiguos y bien cuidados y los edificios modernos que marcan al
Londres de la vanguardia y poder económico.
Ninguna
queja de la hidratación o los pertrechos necesarios para el corredor, menos
asistencia médica, esto es un “Major” y es primer mundo, sorprende pese al
número de participantes (al menos 60
mil), se nota que hay dinero y posibilidades, patrocinio, la animación en muchos puntos es variada,
desde grupos de bailarines de samba, percusionistas, grupos de rock, hay de
todo y para todos, mientras los kilómetros se fugan y comienzan a reclamarme el
poco entrenamiento, llego al puente tan famoso de la Torre de Londres ya muy
próximo al medio maratón donde las piernas se me empiezan a engarrotar, planeo
mi estrategia para ver dónde comienza mi pared, yo la espero expectante antes
de los 30 kms, el cuerpo me da para ir firme hasta 29 kms en donde los
calambres quieren pegarme, es cuando bajo el ritmo al menos la siguiente hora,
pese a que esto ya lo tenía presupuestado me enfoco en seguir y no dejarme amilanar,
ahora que lo escribo pareciera tan fácil, pero ustedes no saben lo que pasa por
la mente, se vienen recuerdos de cuando todo era miel sobre hojuelas, de tiempos
en donde el cuerpo me dio para todo, cuando aspiraba a lograr tiempos
grandiosos, este era un escenario complejo que debía resolver, trato de sacar
la casta y ser un piloto experimentado, en la carrera uno es el piloto de un Fórmula
Uno que es su propio cuerpo, en otro sentido somos una máquina perfecta,
debemos saberla controlar; el objetivo es terminar y no importa el reloj, lo
único que me apresura es que debo regresar al hotel y marcharme a la estación
de tren, pero el tiempo va bien presupuestado y los últimos 12 kms representan
un reto en donde se van fugando las fuerzas pero sigo de pie recorriendo calles
desconocidas, chocando las palmas de los
niños que observan y de la amabilidad de los corredores ingleses que me animan
y que les gusta mi playera con pirámides y serpientes emplumadas.
Así
se enfilan los últimos Kilómetros, uno a uno van cayendo, hago un buen esfuerzo
por recuperarme, despierto del sueño en el km 39 más o menos, sobre la ribera
del Río Támesis, ésa que deja ver símbolos tan conocidos como el famoso “London
Eye”, rueda de la fortuna que guarda cápsulas donde te puedes subir y observar
una vista espectacular de la ciudad, se hace eterno ese pasaje, entre el río y
los edificios históricos, divisando el famoso y hermoso Big Ben así como los
edificios parlamentarios de Westminster, ya entrando al final en donde hay una
pequeña subida, la gente anima desde los puentes, un día antes ese mismo lugar
lo recorrí en un Turibús, ahora toca recorrerlo a pie, nos vamos enfilando al
final de la carrera rumbo al Palacio de Buckingham, justo en ese camino me
sorprende un calambre en la cara interior del muslo izquierdo, veo que mi reacción de dolor y el
detenerme sorprende a un soldado que me ve, me da ánimos y me alienta a seguir, logro controlar el calambre que en
verdad es molesto en esa zona y sigo corriendo, otros corredores pasan y chocan
palmas con los soldados que ven la carrera, me gusta ver ese ánimo que tienen
los británicos, entramos ya en los últimos dos kilómetros que se hacen eternos
a un costado del Saint James Park, un escenario hermoso que circunda esta añeja
monarquía europea hasta irnos acercando poco a poco al Palacio de Buckingham,
el cual alcanzamos y tenemos que doblar para cerrar en la avenida conocida como
“The Mall” entre banderas británicas, ánimos, música y ese sentimiento que deja
tanto.
Esta
vez no hubo lágrimas, no hubo aspavientos, lo disfruté como no había disfrutado
otro maratón, era una guerra contra mí mismo, era una guerra contra la Vida.
Mientras
camino y busco la salida del Parque Saint James la gente me felicita, las
chicas me dicen “well done!”, yo cojeo
con las rodillas engarrotadas, estoy contento y satisfecho, no me importa lo
que haya tenido que pasar para tener esta hermosa medalla, me cuestiono si debo
seguir en esta senda, si ya mi cuerpo permeado por largos 16 años de
maratonista no merece otro tipo de actividad, eso me lo dejo de tarea, pienso
que soy necio, terco, obstinado, insistente, creo que eso es lo único que me
salva de no morir ahogado en una vida que nos lleva inevitablemente a los
anti-valores y a un hedonismo de vida fácil, es duro estar solo, que nadie te de
un abrazo, que tu familia esté tan lejos, que eres tú y tus circunstancias y no
queda más que seguir, se consigue una meta pero una meta a la que confieso le
tuve mucho miedo, y esa terquedad es la que me tiene vivo, porque inevitablemente si dejara de correr me
rebasarían las circunstancias y me marchitaría antes de tiempo, el corredor se
forja en historias, en retos, en vencer el no puedo y en demostrarse a sí mismo
que aunque el cuerpo le ponga barreras hay maneras de superarlas, hoy no fue mi
mejor tiempo, pero sí el mejor esfuerzo titánico sí o sí, y eso me deja
satisfecho cuando ya en el tren rumbo a Durham guardo un poco de reposo, tres
horas que me transportarán a mi siguiente destino, estirando las piernas,
observando la verde campiña Inglesa que me llevará al norte del País, arrullado
por el ruido del tren y la aún emoción en la piel me quedo dormido mereciendo
el sagrado sueño de los Campeones…
Agradezco
a Dios, a la vida, a mi familia, mis amigos y las personas que me ayudaron a lograr este sueño,
no sólo es mi esfuerzo en esta carrera, es el de muchos de ustedes que con sus
ánimos y sus palabras me impulsaron desde la lejanía y me hicieron lograr esta
meta tan importante en mi vida deportiva.
Epílogo
Descubrir
una ciudad conlleva embriagarse de ella, abrir es caja de chocolates que reserva grandes
sorpresas, somos humanos, seres sensibles que con cada uno de sus sentidos puede
lograr conocer y experimentar al ver, oler, degustar, tocar y escuchar. Londres
es una Ciudad a la vez clásica y a la vez moderna, se observa el poder
económico de un Reino que durante siglos extendió su dominio a los cinco continentes,
que con su marina mercante y de guerra logró forjarse y basar mucho de su
riqueza en la especulación comercial y el colonialismo.
Londres es un foco de atracción de turismo que
abarrota sitios de interés como La Torre
de Londres, el Museo Británico, la National Gallery y diversas plazas y
palacios como Trafalgar Square, el Tower Bridge o el Palacio de Buckingham, sin
duda una de las grandes capitales del mundo que, al igual que su Río Tamesis en
forma de serpiente, ve pasar el tiempo y su historia.
Para
una competencia de maratón esta Ciudad atrae miles de corredores de naciones
sumamente distantes y está catalogado
como uno de los maratones “major” junto conBerlín, Boston,
Chicago y New York.
Me
llevo una grata impresión de lo pueblo inglés, de su multiculturalidad, de la
amabilidad de su gente en todos los sentidos y del orden que se observa en las
calles y lugares públicos, siempre estaré agradecido por esta bella experiencia
en una Nación que no me atreví a conocer hasta ahora y me ha enamorado
completamente.
Gracias Inglaterra, gracias Londres.
God save the Queen!”
México D.F., 22 de abril 2014
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