© Vilma Santillán (texto)
Pintor, grabador, diseñador textil,
diseñador de moda, vestuarista, escenógrafo, fotógrafo, todo en uno, como
verdadero hombre del Renacimiento. Hablamos de Mariano Fortuny y Madrazo
(Granada, España, 1871- Venecia, Italia, 1949), hijo del gran pintor catalán
Mariano Fortuny y Marsal y de Cecilia de Madrazo.
Mariano Fortuny y Madrazo tuvo una
vida intensa, creativa, llena de vicisitudes así como de logros y de
reconocimiento internacional. Huérfano de padre a los tres años, se trasladó con
a su familia a París, donde ya residía su tío Raymundo de Madrazo quien, junto
con su abuelo, lo introdujeron en el mundo del arte. Ya en la década de 1880
comenzó a interesarse por los avances tecnológicos finiseculares, sobre todo
por los relacionados con la iluminación eléctrica y, particularmente, por la
aplicación de ésta al teatro.
Su madre se instaló con la familia en
Venecia en 1889. Su residencia allí, el palacio Martinengo, se convirtió en
lugar de encuentro de artistas e intelectuales de la época, como el músico
Isaac Albéniz y el pintor José María Sert. Mientras, Mariano continuó sus
estudios de pintura, además de interesarse por la música, el teatro y la
fotografía.
Luego de un viaje familiar a Bayreuth,
Alemania, en 1892, inició un ciclo pictórico sobre los mitos y héroes que
poblaban las óperas wagnerianas. Así mismo, la concepción de Wagner de la ópera
como “obra de arte total” harán que Fortuny se convierta en un investigador de
todo cuanto rodea al teatro. Consecuencia de su espíritu inquieto e innovador
fue la creación de la denominada “cúpula Fortuny”: un sistema plegable, fácil
de manejar y rápido de montar, que consigue recrear de manera realista las
escenas que transcurren en el teatro al aire libre. También desarrolló un
sistema de iluminación indirecta para el teatro, basado en la reflexión de la
luz, pudiendo crear con el mismo matices y gradaciones de color así como proyectar
imágenes en el fondo del escenario.
Diciembre de 1900 marcó un hito en la
vida de Fortuny: se representa en la Scala de Milán la ópera Tristán e Isolda, de Wagner, dirigida
por Arturo Toscanini, con la escenografía, vestuario e iluminación firmados por
el artista. Fue la primera vez que aplicó su sistema de iluminación en una
ópera de un gran teatro europeo.
Por esta época, Fortuny había
instalado en el palacio Pesaro degli Orfei (hoy su casa-museo en Venecia) su
estudio, donde se dedicaba a la pintura, a sus investigaciones lumínicas y al
diseño de ropa y de textiles. Allí creó dos íconos de la moda femenina: el chal
Knossos y el vestido Delphos, y desarrolló métodos propios para el estampado en
seda, terciopelo y algodón. En 1913 abrió su primera boutique en París, a la
cual le siguieron una segunda en Londres y otra en New York.La Primera Guerra
Mundial fue un momento difícil para las empresas de Fortuny: debido a la baja
de ventas, debió reducir el plantel de empleados en Venecia. Así mismo, por problemas
económicos su madre vendió el palacio Martinengo y todos los grabados que aún
conservaba del padre de Mariano. En 1917 el gobierno español lo nombró
vice-cónsul en Venecia y, al terminar la guerra, reanudó su actividad textil en
asociación con Gian Carlo Stucky, con quien abrió una fábrica en la Giudecca, y
reabrió su atelier parisino. En 1922 el teatro la Scala de Milán usó la cúpula
Fortuny para la puesta de ese año de Pársifal,
de Wagner.
1924 es el año de su casamiento con
Henriette Negrin, quien se convirtió en su principal colaboradora. En 1925 es
nombrado cónsul honorario en Venecia.
Durante la década de 1920 sus obras y
textiles se presentaron en varias exposiciones de arte de España y Francia.
La década de 1930 está marcada por las
consecuencias económicas de la crisis mundial de 1929 (el cierre de la fábrica
de la Giudecca, reabierta posteriormente gracias al financiamiento del
concesionario Fortuny de los EE. UU.), las muertes de su madre y de su madre, el
boicot sufrido por Italia por su política de agresión contra Etiopía, lo cual
dificultó el abastecimiento de materiales necesarios para la fábrica de Fortuny,
la Guerra Civil española y el comienzo de la Segunda Guerra mundial.
Paralelamente, en 1931 patentó en París un papel fotográfico de pigmentos de
carbón para revelado.
Mariano Fortuny falleció en su casa de
Venecia el 2 de mayo de 1949. En 1950 se expuso una retrospectiva de su obra en
el pabellón español de la Bienal de Venecia y en 1956 su viuda y heredera
universal, donó el palacio Pesaro degli Orfei y sus colecciones a la ciudad de
Venecia.
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