lunes, 28 de noviembre de 2011

Una experiencia única



© Mauricio Rinaldi (texto)-Aire y agua I, grabado en madera de Escher, 1938

En los últimos años los mensajes y discursos publicitarios nos prometen “una experiencia única” a través del consumo de los productos y servicios ofrecidos. Ya sea viajar al paradisíaco Caribe o conducir un automóvil con tecnología de punta, pasaremos por una experiencia única. Incluso el cotidiano jabón que utilizamos en la ducha cada mañana nos proporciona una experiencia única. Al parecer el marketing de los últimos tiempos vende todo lo que pueda concebirse como una experiencia única.

Esta expresión, “una experiencia única”, tiene redundancias y contradicciones a la vez si se la considera rigurosamente. En efecto, “experiencia” significa lo que vivimos en un momento concreto y determinado de nuestra vida; en este sentido, siempre tenemos experiencia de algo, o sea, de lo que vivimos permanentemente, aunque sea el repetido ritual de desayunar cada mañana. Sin embargo la rutina no anula la esencia de la experiencia: cada mañana es irrecuperable.

En primer lugar, la experiencia siempre es única, ya sea porque sólo la vive un individuo determinado o, incluso para la misma persona, cada momento de su vida es una experiencia irrepetible; de ahí su redundancia. En segundo lugar, si mi experiencia es sólo mía, no puede ser de otros, como pretende la publicidad diciéndole a miles de personas con diferentes gustos e intereses que tendrán una experiencia única; de ahí su contradicción.

Creo que el problema es que el excesivo bombardeo de información y la oferta desproporcionada han saturado nuestra capacidad de tener experiencias, o sea, de sentir algo frente a lo que vivimos. La sociedad de consumo ha embrutecido nuestros sentidos mediante la interminable carrera del consumo. La experiencia implica tomarse el tiempo para hacerse consciente de lo que vivimos. Pero lo que precisamente no nos brinda la sociedad actual es tiempo para disfrutar lo que obtenemos: una vez que Usted adquirió algo, ya debe desecharlo para adquirir lo que le ofrecerán seguidamente.

Podemos, sin embargo hacer frente a esta situación (¡y sin gastar dinero!): sentarse un momento en un banco de una plaza y percibir la brisa que nos envuelve, que puede ser cálida en verano o fresca en otoño, mirar las manchas de luces y sombras que el follaje de los árboles produce caprichosamente cuando lo atraviesa la luz del sol, escuchar la variedad de cantos de las aves, ver cómo vuelan de un árbol a un poste, y cuántas situaciones más que no llegaríamos a enumerar. Funes, en el relato de Borges, con su prodigiosa capacidad de retener los menores detalles que percibe, es el ejemplo extremo de la experiencia. Y Usted mismo, que ha leído este texto ahora (y no antes ni después), ha tenido una experiencia única.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Guías de Turismo Accesible


Guía braille de Mar del Plata


© Vilma Santillán (texto)

Desde 2010 las ciudades de Buenos Aires y de Mar del Plata tienen sus Guías de Turismo Accesible.

Como parte de su Plan Municipal de Accesibilidad y luego de más de dos años de trabajo, la ciudad balnearia ha editado en braille una Guía de Atractivos Turísticos dirigida a personas no videntes y disminuidas visuales. La guía está disponible en todos los centros de informes del Ente Municipal de Turismo, Emtur, así como en la Biblioteca Parlante local.

Por su parte, el Gobierno de la ciudad autónoma de Buenos Aires ha puesto en circulación la segunda edición de la Guía de Turismo Accesible, con información acerca de espacios que cuentan con medidas de accesibilidad, información sobre rampas en la ciudad y medios de transporte, entre otras informaciones. Es de distribución gratuita y se puede descargar desde www.buenosaires.gov.ar

[+ info en: www.ladevi.travel/web ]

lunes, 14 de noviembre de 2011

La disputa por un mármol



© Vilma Santillán (texto y fotografía)-La tumba de Miguel Ángel en Florencia, Italia

Un trozo de mármol es sólo eso hasta que la mano de un artista le da forma y crea una obra de arte. A partir de ese momento, y si el artista está muerto, es famoso y altamente cotizado, se convierte en una mercancía por la cual muchas personas estarán dispuestas a pagar para adquirirla. Si esa obra maestra no está a la venta pero sí en un museo, muchas personas estarán dispuestas a pagar por verla. Eso es lo que ocurre actualmente con el David de Miguel Ángel, residente hace más de un siglo en la Galleria dell’ Accademia de Florencia, Italia. Pero a esta cuestión de la mercantilización del arte por, entre otras cosas, la actividad turística, se le suma desde hace un tiempo una disputa jurídico-política por la posesión de este “mármol”. En esa disputa se enfrentan el Municipio de la ciudad toscana, que aloja a la célebre escultura desde hace casi cinco siglos y a lo largo de diferentes gobiernos, razón por la cual la considera propia, y el Estado nacional italiano, que argumenta que se encuentra en un museo nacional y que es un bien cultural de Italia. Más allá del peso de los argumentos de cada parte y de lo que resuelva la Justicia italiana, otro componente importante en esta disputa es el económico: los ingresos anuales por visitas al David a la Accademia florentina suman 8 millones de euros, suma nada despreciable para cualquier Estado, municipal o nacional, en estos tiempos de crisis económica.

[+info en: www.corriere.it ]

lunes, 7 de noviembre de 2011

El turista actual: de consumidor a prosumidor



© Vilma Santillán (texto)

Hasta hace unos años, no muchos, quien deseaba viajar consultaba las publicidades turísticas del periódico y luego se dirigía a una agencia de viajes para adquirir allí los diversos servicios que necesitaría durante su viaje (transporte, alojamiento, excursiones, seguro de viaje, etc.). La mayoría de las veces el agente de viajes asesoraba a su cliente sobre las opciones más adecuadas según el presupuesto disponible e incluso sugería destinos alternativos.

Hoy, si bien este modelo tradicional de comercialización turística sigue vigente, Internet ha cambiado las reglas de juego, creando nuevos modelos de negocio y nuevos hábitos de compra de los consumidores. Es así que ha surgido la figura del prosumidor, neologismo surgido de la fusión de los términos productor y consumidor. El prosumidor es aquel individuo que dedica horas a buscar por la red la mejor oferta para su viaje. Y entiéndase por oferta “el precio más bajo”, que en tiempos de crisis como los actuales se ha convertido en la cereza del postre…

Si bien Internet ha puesto al servicio tanto de profesionales como de legos información sobre destinos turísticos actualizada al minuto y motores de búsqueda y reserva en varios rubros (precios, alojamientos, transporte, espectáculos, etc., etc.), debemos recordar que no todo sistema informático está al alcance de cualquiera (a muchas aplicaciones se accede sólo como agencia de viajes registrada) y que el asesoramiento de un agente de viajes aún hoy es necesario, dado que su formación académica le brinda, entre otras cosas, conocimientos legales respecto de contratos de transportación, alojamiento y otros, aquello que muchas veces llamamos la “letra chica” y que, por omisión o por desconocimiento, puede arruinar el viaje organizado por un prosumidor. Además, si bien el prosumidor considera parte de su experiencia de viaje las horas que dedica para conseguir un viaje más barato, no debe olvidarse que esas horas-hombre también tienen su costo, el cual generalmente el prosumidor no suma al costo total final de su viaje.