jueves, 22 de enero de 2015

Castillos en venta en Italia para todos los gustos


 

El castillo situado en las colinas de Monferrato, en el Piamonte, de casi 6.000 metros cuadrados, unos siete millones de euros. Foto: Lionard Luxury Real Estate.
Castillo de Monferrato en Piamonte, Italia


© Vilma Santillán (texto)

 

Si uno tiene suficientes ahorros, hoy es posible convertirse en el dueño de un castillo renacentista en Italia. O de una villa modernista sobre el Mediterráneo con acceso directo a la playa. O de un palacio barroco sobre el Gran Canal en Venecia. Hay opciones para todos los gustos.

De norte a sur de Italia están a la venta cientos de propiedades privadas, históricas algunas, con grandes jardines o parques, con acceso a playa privada en ciertos casos, a un valor que oscila entre los 1500 y 8500 euros el metro cuadrado. Como en otros países, mantener estas propiedades actualmente resulta muy costoso. Esto, unido a la alta presión fiscal del estado italiano, ha hecho que muchos propietarios de estos inmuebles de lujo los pongan a la venta. En la mayoría de los casos, el comprador es un extranjero (los precios de venta son mucho más competitivos que en Londres o New York), sobre todo de origen ruso, árabe o chino. Basta navegar unos minutos por la web de la inmobiliaria de lujo con base en Florencia, Italia, Lionard Luxury Real Estate, y revisar los idiomas en que está disponible para corroborar esto. En la misma página web podemos realizar un paseo virtual por las distintas regiones italianas para seleccionar la propiedad que más nos guste e imaginarnos, al menos por un rato, ser el dueño de un castillo, como el de Monferrato, en el Piamonte, con foso y todo (en venta por sólo siete millones de euros), o del Castillo di Tavolese, en la Toscana, el cual posee dentro de sus 62 hectáreas de terreno casas de servicio, establos y capilla privada.

¿Para qué adquieren los extranjeros estas maravillosas propiedades? Pues para convertirlos en hoteles y ofrecerlos como alojamientos de lujo, además de continuar con las actividades agrícolas ya existentes en algunos casos.

En caso de que no contemos con los ahorros necesarios para comprarnos un castillo italiano, al menos podremos alojarnos en alguno de ellos y soñar por un rato que somos los príncipes (o princesas) del lugar.

 

[+ info en: www.hosteltur.com]

miércoles, 7 de enero de 2015

E. T. A. Hoffmann: músico y literato (Parte I)


Autorretrato de E. T. A. Hoffmann

 
Resultó un muy buen acierto dentro de la temporada 2014 de ópera y ballet del Teatro Colón de Buenos Aires el ofrecer para su cierre, en época navideña, el ballet “El Cascanueces”, además de un regreso a la tradición que, desde el estreno de esta obra en diciembre de 1892 en San Petersburgo, hace que los grandes teatros de ópera y ballet del mundo la ofrezcan para esas fechas. Concurrir a ver este ballet me hizo interesarme en el músico y escritor alemán E. T. A. Hoffmann, autor del cuento sobre el que se basa el argumento de “El Cascanueces” (“El Cascanueces y el Rey de los Ratones”, Nussknacher und Mäusseköning) publicado en 1816.
 
E. T. A. Hoffmann, cuyo nombre completo era Ernst Theodor Wilhelm (si bien cambió este último por el de Amadeus en homenaje al gran W. A. Mozart) nació un frío 24 de enero de 1776 en Königsberg, actual Kaliningrado, entonces ciudad de Prusia Oriental. Separados sus padres cuando sólo tenía dos años de vida, el pequeño Ernst se mudó junto con su madre a la casa de sus abuelos maternos y nunca más volvió a tener contacto con su padre.
 
En Königsberg concurrió a la escuela y a la Universidad, donde estudió Derecho. A la par de esto, desarrolló su pasión por la lectura, acercándose a la obra de Schiller, Goethe, Swift, Sterne, Shakespeare e incluso Cervantes; también continuó con sus clases de música y de dibujo. Mientras, se desarrollaba en él una imaginación exuberante y un espíritu lúdico que le permitían evadirse de la realidad que lo rodeaba.
 
Con veinte de edad y ya realizando prácticas legales en su ciudad natal, tuvo que abandonar ésta debido al escándalo que suscitó su romance con una mujer mayor que él, casada y madre de familia, a la cual había dado clases de música. Se trasladó a Glogau, a casa de un tío suyo, y allí conoció a su prima Minna Doerffer con la cual se comprometió en matrimonio. Al poco tiempo se trasladó a Berlín para ingresar en el Tribunal Superior de Justicia de esa ciudad.
 
Debido a su nombramiento como funcionario de la Audiencia Territorial de Posen (ciudad polaca anexada a Prusia en 1793), Hoffmann se trasladó a esta ciudad y fue allí que su espíritu inquieto siguió causándole problemas. En esta oportunidad fue su enamoramiento de una muy bella joven polaca, lo cual ocasionó no sólo la ruptura del compromiso matrimonial con su prima Minna sino también la definitiva ruptura con su familia. Trasladado a Plock poco tiempo después (una pequeña villa a orillas del Vístula), llegó hasta allí ya casado con su enamorada de Posen, Marianna Theckla Michaelina Rorer-Trzynska, más conocida como Mischa. En Plock, villa aislada de toda manifestación cultural, los únicos consuelos de Hoffmann eran su esposa, la composición música y la redacción de su diario. Fue aquí que el Arte se convirtió en un refugio para él.
Sin embargo, poco tiempo después, su casi obligado “exilio” en Plock terminó y fue trasladado a Varsovia, ciudad que en ese entonces estaba anexada a Prusia. Los años que vivió allí junto a su esposa fueron dichosos, disfrutando de una ciudad con intensa vida cultural y dedicándose a la composición musical. Julius Eduard Hitzig, residente en Varsovia y que se convirtió en su amigo, lo puso en contacto con la literatura de Tieck, Novalis, Brentano y otros escritores contemporáneos y no tanto, como el caso de Calderón de la Barca, en cuya obra se inspiró para escribir la ópera Amor y celos. En 1805 nació en Varsovia su hija, Cecilia.
 
Sin embargo, la vida apacible y dichosa de la familia Hoffmann estaba a punto de terminar: el 28 de noviembre de 1806 Varsovia fue ocupada por las tropas napoleónicas y los funcionarios prusianos fueron expulsados de sus puestos.