viernes, 2 de mayo de 2014

Arturo Sánchez Olvera: entre la pintura y los maratones




Arturo en Londres
 
 
Medalla del Maratón de Londres 2014
 
 

Arturo es un buen amigo mexicano al que conocí durante un viaje por el Peloponeso en noviembre de 2011. Le resta tiempo a sus obligaciones laborales y profesionales para dedicarse a dos grandes pasiones: la pintura y correr maratones. Justamente yo lo conocí en Grecia cuando él acababa de participar en el maratón de Atenas de aquel año.

Hoy Arturo es invitado a nuestro blog y nos relata en primera persona su participación en el último maratón que corrió hace pocos días en Londres…ciudad en la que quedan sentimientos y también los cuerpos.


Es la misma escena que ha marcado mis últimos trece años, parado entre una  multitud esperando se dé inicio a las hostilidades que traen consigo un maratón, con la mirada en el piso, el reloj, sintiendo y oliendo los nervios de los que me rodean, preguntándome los por qué yo estoy ahí de nuevo, en una especie de limbo donde uno sólo se cuestiona pero en silencio y por igual uno se responde en silencio ante diferentes lenguas, diferentes formas de sentir, el mismo entusiasmo y la misma incertidumbre, cuando el reloj sólo espera unos cuantos minutos y repasas en pocos segundos todo lo que hiciste para llegar a ese momento.

Despega el vuelo de Britsh Airways rumbo a Londres, duermo poco en el viaje por leer y ver películas, en ese inter veo la película de “Rush”, interesante y conmovedor relato de la lucha y rivalidad encarnizadas por los pilotos de  Fórmula 1 James Hunt y Niki Lauda en la década de los setenta, me motiva esta historia, una rivalidad, un accidente catastrófico para Lauda, su obstinación y regreso para volver a ser campeón del mundo dos veces más, pienso que no puedo tener miedo ni rendirme, valoro haber encontrado esta película.
Es enero, el plan ya está hecho, desde julio del año pasado comienzo a ver los detalles de mi participación en el Maratón de Londres, parecía cuestión de tiempo, una buena preparación para llegar pleno, tengo idea de participar en el inter en otros eventos, tal vez Guadalajara o Zacatecas, toca la ida al Medio Maratón de Veracruz donde tengo un desempeño prometedor, pero algo me inquieta, un pellizco en un ligamento de la rodilla izquierda que no parecía ser algo complejo, la felicidad se va al piso como a veces suele girar la rueda de la vida en las siguientes semanas y lo que prometía ser el inicio de algo importante termina convirtiéndose en una situación de desesperación, coraje e impotencia, debo parar y comenzar prácticamente de cero con el tiempo en contra.

Mi llegada al Aeropuerto de Heathrow se da en un jueves por la tarde, no tengo problemas para pasar migración, un oficial de turbante es el que me interroga, me sella mi pasaporte y llego luego de recoger maletas al punto de reunión con los otros integrantes del grupo, nos llevan al hotel, horas más tarde vamos a la Expo donde nos entregan los números, un ambiente diferente, otra cultura, hace frío en el foro ExCel, impresiona que pese a la cantidad de gente que participará no se nota desorden o filas, la Expo alberga un sinfín de marcas deportivas, kioskos con todo tipo de productos para el corredor, de pronto extraño a mis amigos corredores de México y recuerdo entre risas internas las situaciones chuscas que vivimos en los viajes.
Febrero comenzaba y los avances se iban dando paulatinamente, ya no tenía la inflamación tan marcada pero aún no tenía la fuerza necesaria para poder realizar un entrenamiento completo, no quería pensar qué podría suceder, a la par en mi vida suceden otras situaciones incómodas, todo parece desmoronarse, es un sinsentido, ¿Un maratón?, tal vez un sueño impensable, prefiero no pensar y enfocarme en sanar.
 
El ambiente en Londres se nota festivo, me recordó cuando llegamos a Mazatlán y los corredores andan en el Malecó los días previos a la carrera, aquí por todas las calles se ven corredores, tal vez entrenando y afinando detalles de su última preparación, siento tensión, por mi cabeza pasa que tengo poco tiempo antes para turistear y comienza esa guerra interna porque caminar tanto para visitar museos y atracciones me deja muy cansado el viernes, psicológicamente el miedo puede doblarte, hacer que surjan dolores de la nada, tensiones que debo dejar ir y no pensar para poder visualizar lo que quiero lograr, así pasan viernes y sábado en que tengo una cena con otros corredores, me toca departir con un grupo proveniente de Lisboa, Portugal. Cada quien cuenta sus experiencias y vivencias, les sorprende que correré mi vigésimo maratón, es la noche previa en que los nervios afloran y se duerme poco, comienza esa espiral que da inicio por la madrugada y termina hasta que se cruza la meta.

Llega Marzo y la mejoría con él, tengo que recuperar el tiempo perdido, sé que no me alcanzará para hacer un buen tiempo pero al menos sí terminar, es duro, pesado, se van las fuerzas y el cuerpo lo nota y lo sabe, regreso al Bosque de Tlalpan en donde al menos vivo unas cuatro semanas de pesado entrenamiento, es un viaje a mi pasado glorioso y un regreso al presente que me da fuerzas, días soleados y lluviosos a la vez, la ilusión en pie, el miedo y la duda, el tiempo es inconmovible y aplasta, falta poco para marcharse.

Ya es domingo, llega el día esperado, confieso que si dormí una hora fue mucho, sólo di vueltas en la cama, a las 6:40 am debemos estar en el lobby del hotel para que nos lleven al punto de partida, los corredores abordamos el autobús en un mosaico multinacional, ahí comienzo mi plática con otros corredores mexicanos, una pareja proveniente de Saltillo y otra señora corredora, Cristina, que viene de Cuautitlán Izcalli del Estado de México, con ella comienza mi plática, me cuenta viene acompañada de su hija, me confía un relato conmovedor de una de sus mejores amigas corredoras que entregó su vida al deporte y la salud y que cómo es de traicionera la vida, sucumbió ante un terrible cáncer de cerebro, ahora ella marcha a todos los destinos que ha corrido con una bolsita donde lleva las cenizas de su amiga y las riega en los lugares que conquista, no me queda  más que conmoverme y agradecer por ser un corredor y pertenecer a ese grupo de invencibles guerreros.
El autobús nos lleva a la zona de salida, se escucha bullicio, ánimo de parte de todos los que vamos a participar, nos llevan a las afueras de Londres en Greenwich Park, un lugar en la campiña de verde eterno, hermoso y húmedo donde nos esperan carpas de masajes, hidratación, bebidas isotónicas, café, baños, una organización impecable que hace que 2 horas se nos vayan rápido, todo es una fiesta, fotos, pláticas con corredores de otros lares, aquí no hay banderas, todos somos uno.

 
Habrá tres salidas, organizadas entre diferentes números y corredores elites, será hasta el Km 5 donde se junten todas las vías, aquí el protocolo es diferente a los otros maratones que he corrido, sin templetes, sin aspavientos de políticos ávidos de ser reconocidos, sin símbolos de exacerbado y enfermizo nacionalismo, sin ese absurdo que disfraza un maratón de campaña política para los partidos en el poder.
 
 
Se da la señal de inicio y toca la música del sonido ambiental, parece un concierto de rock o una fiesta, mucha alegría que se contagia en una mañana totalmente  soleada, se da la salida que tomamos entre las ansias y las ganas de orinar, los corredores que ante los inminentes nervios se hacen a un lado para vaciarse, así comienzo mi carrera y despierto del letargo y el sueño, del miedo, de todo lo que me apresuró durante meses y que ya era hora de sacar fuera, doy los primeros pasos, vacilantes, con el nervio un poco de miedo, luego me dejo llevar los primeros 5 kms por el entusiasmo que me grita que ya estoy aquí, ya estoy en el momento y lugar esperados, ya sólo es dejarse llevar y disfrutar entre la multitud de colores, banderas y rostros, ese milagroso hecho que tiene el maratón que contagia las ganas de salir a devorarse las calles.
Londres es una ciudad con mucha vida, es un estadio prácticamente en todos los puntos que se recorren, todos muy emblemáticos a través del serpenteante Río Tamesis, un mosaico multicultural que deja ver los diferentes sitios que separan al City of London del City of Westminster, losedificios Victorianos antiguos y bien cuidados y los edificios modernos que marcan al Londres de la vanguardia y poder económico.

Ninguna queja de la hidratación o los pertrechos necesarios para el corredor, menos asistencia médica, esto es un “Major” y es primer mundo, sorprende pese al número de participantes (al menos 60 mil), se nota que hay dinero y posibilidades, patrocinio,  la animación en muchos puntos es variada, desde grupos de bailarines de samba, percusionistas, grupos de rock, hay de todo y para todos, mientras los kilómetros se fugan y comienzan a reclamarme el poco entrenamiento, llego al puente tan famoso de la Torre de Londres ya muy próximo al medio maratón donde las piernas se me empiezan a engarrotar, planeo mi estrategia para ver dónde comienza mi pared, yo la espero expectante antes de los 30 kms, el cuerpo me da para ir firme hasta 29 kms en donde los calambres quieren pegarme, es cuando bajo el ritmo al menos la siguiente hora, pese a que esto ya lo tenía presupuestado me enfoco en seguir y no dejarme amilanar, ahora que lo escribo pareciera tan fácil, pero ustedes no saben lo que pasa por la mente, se vienen recuerdos de cuando todo era miel sobre hojuelas, de tiempos en donde el cuerpo me dio para todo, cuando aspiraba a lograr tiempos grandiosos, este era un escenario complejo que debía resolver, trato de sacar la casta y ser un piloto experimentado, en la carrera uno es el piloto de un Fórmula Uno que es su propio cuerpo, en otro sentido somos una máquina perfecta, debemos saberla controlar; el objetivo es terminar y no importa el reloj, lo único que me apresura es que debo regresar al hotel y marcharme a la estación de tren, pero el tiempo va bien presupuestado y los últimos 12 kms representan un reto en donde se van fugando las fuerzas pero sigo de pie recorriendo calles desconocidas, chocando  las palmas de los niños que observan y de la amabilidad de los corredores ingleses que me animan y que les gusta mi playera con pirámides y serpientes emplumadas.

Así se enfilan los últimos Kilómetros, uno a uno van cayendo, hago un buen esfuerzo por recuperarme, despierto del sueño en el km 39 más o menos, sobre la ribera del Río Támesis, ésa que deja ver símbolos tan conocidos como el famoso “London Eye”, rueda de la fortuna que guarda cápsulas donde te puedes subir y observar una vista espectacular de la ciudad, se hace eterno ese pasaje, entre el río y los edificios históricos, divisando el famoso y hermoso Big Ben así como los edificios parlamentarios de Westminster, ya entrando al final en donde hay una pequeña subida, la gente anima desde los puentes, un día antes ese mismo lugar lo recorrí en un Turibús, ahora toca recorrerlo a pie, nos vamos enfilando al final de la carrera rumbo al Palacio de Buckingham, justo en ese camino me sorprende un calambre en la cara interior del muslo  izquierdo, veo que mi reacción de dolor y el detenerme sorprende a un soldado que me ve, me da ánimos y me alienta  a seguir, logro controlar el calambre que en verdad es molesto en esa zona y sigo corriendo, otros corredores pasan y chocan palmas con los soldados que ven la carrera, me gusta ver ese ánimo que tienen los británicos, entramos ya en los últimos dos kilómetros que se hacen eternos a un costado del Saint James Park, un escenario hermoso que circunda esta añeja monarquía europea hasta irnos acercando poco a poco al Palacio de Buckingham, el cual alcanzamos y tenemos que doblar para cerrar en la avenida conocida como “The Mall” entre banderas británicas, ánimos, música y ese sentimiento que deja tanto.
Esta vez no hubo lágrimas, no hubo aspavientos, lo disfruté como no había disfrutado otro maratón, era una guerra contra mí mismo, era una guerra contra la Vida.
 
Mientras camino y busco la salida del Parque Saint James la gente me felicita, las chicas me dicen  “well done!”, yo cojeo con las rodillas engarrotadas, estoy contento y satisfecho, no me importa lo que haya tenido que pasar para tener esta hermosa medalla, me cuestiono si debo seguir en esta senda, si ya mi cuerpo permeado por largos 16 años de maratonista no merece otro tipo de actividad, eso me lo dejo de tarea, pienso que soy necio, terco, obstinado, insistente, creo que eso es lo único que me salva de no morir ahogado en una vida que nos lleva inevitablemente a los anti-valores y a un hedonismo de vida fácil, es duro estar solo, que nadie te de un abrazo, que tu familia esté tan lejos, que eres tú y tus circunstancias y no queda más que seguir, se consigue una meta pero una meta a la que confieso le tuve mucho miedo, y esa terquedad es la que me tiene vivo, porque  inevitablemente si dejara de correr me rebasarían las circunstancias y me marchitaría antes de tiempo, el corredor se forja en historias, en retos, en vencer el no puedo y en demostrarse a sí mismo que aunque el cuerpo le ponga barreras hay maneras de superarlas, hoy no fue mi mejor tiempo, pero sí el mejor esfuerzo titánico sí o sí, y eso me deja satisfecho cuando ya en el tren rumbo a Durham guardo un poco de reposo, tres horas que me transportarán a mi siguiente destino, estirando las piernas, observando la verde campiña Inglesa que me llevará al norte del País, arrullado por el ruido del tren y la aún emoción en la piel me quedo dormido mereciendo el sagrado sueño de los Campeones…
 
Agradezco a Dios, a la vida, a mi familia, mis amigos y las  personas que me ayudaron a lograr este sueño, no sólo es mi esfuerzo en esta carrera, es el de muchos de ustedes que con sus ánimos y sus palabras me impulsaron desde la lejanía y me hicieron lograr esta meta tan importante en mi vida deportiva.

Epílogo
Descubrir una ciudad conlleva embriagarse de ella, abrir es  caja de chocolates que reserva grandes sorpresas, somos humanos, seres sensibles que con cada uno de sus sentidos puede lograr conocer y experimentar al ver, oler, degustar, tocar y escuchar. Londres es una Ciudad a la vez clásica y a la vez moderna, se observa el poder económico de un Reino que durante siglos extendió su dominio a los cinco continentes, que con su marina mercante y de guerra logró forjarse y basar mucho de su riqueza en la especulación comercial y el colonialismo.

 Londres es un foco de atracción de turismo que abarrota sitios de  interés como La Torre de Londres, el Museo Británico, la National Gallery y diversas plazas y palacios como Trafalgar Square, el Tower Bridge o el Palacio de Buckingham, sin duda una de las grandes capitales del mundo que, al igual que su Río Tamesis en forma de serpiente, ve pasar el tiempo y su historia.
Para una competencia de maratón esta Ciudad atrae miles de corredores de naciones sumamente distantes y está  catalogado como uno de los maratones “major” junto conBerlín, Boston, Chicago y New York.

Me llevo una grata impresión de lo pueblo inglés, de su multiculturalidad, de la amabilidad de su gente en todos los sentidos y del orden que se observa en las calles y lugares públicos, siempre estaré agradecido por esta bella experiencia en una Nación que no me atreví a conocer hasta ahora y me ha enamorado completamente.
Gracias Inglaterra, gracias Londres.
God save the Queen!”

 

México D.F.,  22 de abril 2014

 

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