martes, 16 de septiembre de 2014

Mariano Fortuny y Madrazo, un hombre del Renacimiento (Parte I)




© Vilma Santillán (texto)

 

Pintor, grabador, diseñador textil, diseñador de moda, vestuarista, escenógrafo, fotógrafo, todo en uno, como verdadero hombre del Renacimiento. Hablamos de Mariano Fortuny y Madrazo (Granada, España, 1871- Venecia, Italia, 1949), hijo del gran pintor catalán Mariano Fortuny y Marsal y de Cecilia de Madrazo.

 

Mariano Fortuny y Madrazo tuvo una vida intensa, creativa, llena de vicisitudes así como de logros y de reconocimiento internacional. Huérfano de padre a los tres años, se trasladó con a su familia a París, donde ya residía su tío Raymundo de Madrazo quien, junto con su abuelo, lo introdujeron en el mundo del arte. Ya en la década de 1880 comenzó a interesarse por los avances tecnológicos finiseculares, sobre todo por los relacionados con la iluminación eléctrica y, particularmente, por la aplicación de ésta al teatro.

 

Su madre se instaló con la familia en Venecia en 1889. Su residencia allí, el palacio Martinengo, se convirtió en lugar de encuentro de artistas e intelectuales de la época, como el músico Isaac Albéniz y el pintor José María Sert. Mientras, Mariano continuó sus estudios de pintura, además de interesarse por la música, el teatro y la fotografía.

 

Luego de un viaje familiar a Bayreuth, Alemania, en 1892, inició un ciclo pictórico sobre los mitos y héroes que poblaban las óperas wagnerianas. Así mismo, la concepción de Wagner de la ópera como “obra de arte total” harán que Fortuny se convierta en un investigador de todo cuanto rodea al teatro. Consecuencia de su espíritu inquieto e innovador fue la creación de la denominada “cúpula Fortuny”: un sistema plegable, fácil de manejar y rápido de montar, que consigue recrear de manera realista las escenas que transcurren en el teatro al aire libre. También desarrolló un sistema de iluminación indirecta para el teatro, basado en la reflexión de la luz, pudiendo crear con el mismo matices y gradaciones de color así como proyectar imágenes en el fondo del escenario.

 

Diciembre de 1900 marcó un hito en la vida de Fortuny: se representa en la Scala de Milán la ópera Tristán e Isolda, de Wagner, dirigida por Arturo Toscanini, con la escenografía, vestuario e iluminación firmados por el artista. Fue la primera vez que aplicó su sistema de iluminación en una ópera de un gran teatro europeo.

 

Por esta época, Fortuny había instalado en el palacio Pesaro degli Orfei (hoy su casa-museo en Venecia) su estudio, donde se dedicaba a la pintura, a sus investigaciones lumínicas y al diseño de ropa y de textiles. Allí creó dos íconos de la moda femenina: el chal Knossos y el vestido Delphos, y desarrolló métodos propios para el estampado en seda, terciopelo y algodón. En 1913 abrió su primera boutique en París, a la cual le siguieron una segunda en Londres y otra en New York.La Primera Guerra Mundial fue un momento difícil para las empresas de Fortuny: debido a la baja de ventas, debió reducir el plantel de empleados en Venecia. Así mismo, por problemas económicos su madre vendió el palacio Martinengo y todos los grabados que aún conservaba del padre de Mariano. En 1917 el gobierno español lo nombró vice-cónsul en Venecia y, al terminar la guerra, reanudó su actividad textil en asociación con Gian Carlo Stucky, con quien abrió una fábrica en la Giudecca, y reabrió su atelier parisino. En 1922 el teatro la Scala de Milán usó la cúpula Fortuny para la puesta de ese año de Pársifal, de Wagner.

 

1924 es el año de su casamiento con Henriette Negrin, quien se convirtió en su principal colaboradora. En 1925 es nombrado cónsul honorario en Venecia.

Durante la década de 1920 sus obras y textiles se presentaron en varias exposiciones de arte de España y Francia.

 

La década de 1930 está marcada por las consecuencias económicas de la crisis mundial de 1929 (el cierre de la fábrica de la Giudecca, reabierta posteriormente gracias al financiamiento del concesionario Fortuny de los EE. UU.), las muertes de su madre y de su madre, el boicot sufrido por Italia por su política de agresión contra Etiopía, lo cual dificultó el abastecimiento de materiales necesarios para la fábrica de Fortuny, la Guerra Civil española y el comienzo de la Segunda Guerra mundial. Paralelamente, en 1931 patentó en París un papel fotográfico de pigmentos de carbón para revelado.

 

Mariano Fortuny falleció en su casa de Venecia el 2 de mayo de 1949. En 1950 se expuso una retrospectiva de su obra en el pabellón español de la Bienal de Venecia y en 1956 su viuda y heredera universal, donó el palacio Pesaro degli Orfei y sus colecciones a la ciudad de Venecia.

 
Del Museo Fortuny en Venecia nos ocuparemos en una próxima nota.

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